¿Somos realmente humanos?

¿Qué somos realmente? ¿Qué hacemos en este mundo? ¿Por qué existimos?

La mayoría de nosotros nos hemos hecho al menos una de esas preguntas en algún momento de nuestra vida. En realidad no tengo idea de las respuestas, solo sé lo que yo creo y que para mi es muy válido, somos un “alguien”, creados para “crear”, y existimos porque sí, porque todo lo que existe tiene una razón o una “misión”.

Sinceramente aunque lo anterior ha sido deducción meramente propia, creo que tengo una teoría un poco diferente a la vez: somos un “algo”, creados para “destruir” y existimos por error, aunque casualmente también esto termina siendo una “misión”.

Como seres pensantes, lo que sea o quien sea que nos haya hecho existir, nos dio la oportunidad de poder decidir sobre nuestra propia vida, pero cometió el error de no poner un interruptor de ineptitud y soberbia, y eso por consecuencia nos da la facultad de poder decidir también de cierto modo sobre la vida de los demás.

Con esto no solo me refiero a los sin vida que siempre están inmiscuidos en la vida de los otros, sino a los que convierten a “alguien” en “algo”, los que en vez de “crear” buenos sentimientos “destruyen” corazones y a aquellos que en lugar de ocuparse en hacer algo productivo, solo se dedican a echar a perder lo que el universo nos ha brindado.

Tengo la ilusión de que algún día los seres humanos honren la dicha de ser lo que presumen ser: “humanos”. Mientras llega el momento, seguiré pensando que somos un simple molde de masa y energía con un órgano pensante al que no somos capaces de manejar correctamente.


Les mando amor. Fernanda Camáccio.