Esa mujer que en su mirada encierra tanta belleza. Belleza de esa envidiable, de la que no se busca y mucho menos se encuentra, esa belleza única que no es necesario conocer para enamorarse de ella.
Quien me hace comprender que sobran las palabras cuando no son necesarias, y que sobra aun más el tenerse frente a frente para conocerse y ser parte de la vida de la otra.
Quien pone en juicio esas reglas promulgadas por un ser divino que a veces nos es tan dificil desobedecer.
La que ha cambiado cosas en mi desde entonces. Sin existir, existiendo en mi vida. Quizá somos tan parecidas.
Poco a poco me he encontrado a mi misma, lentamente, entre tus manos.
fernanda camáccio